Ficha
ADMINISTRACIÓN | |
Número de Inventario | 174 |
Letra _________________________________ |
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IDENTIFICACIÓN | |
Nombre atribuído | Nicho |
Autor | Desconocido |
País | México |
Localidad/Origen | Puebla |
Tipología | Técnica mixta |
Fecha de creación | 2016 |
Descripción física | Color azul |
Marcas o Inscripciones _________________________________ |
No contiene |
DESCRIPCIÓN MATERIAL | |
Técnica | Tallado, modelado, pegado, ensamblado y pintado |
Materialidad | Madera, decoración plástica, yeso, alambre, escarcha, pintura |
Función | Decorativa |
Encargada de colecciones _________________________________ |
Camila Caris |
ADQUISCIÓN | |
Adquisición | Compra |
Procedencia | Mercado de artesanías "La ciudadela" de México D.F |
Fecha | dic.-16 |
Notas | Viaje de Anita Seguel y Camila Caris a la Ciudad de México el 2018 |
Fotografía | Estudio Frame |
LA CALACA MEXICANA
La primera vez que la muerte (representada a través de las calaveras) se dotó como un simbolismo importante para la cultura popular mexicana y se volvió el punto de partida para diversas creaciones artísticas, fue en la época del porfiriato a finales del siglo XIX con el grabador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada autor de la llamada Calavera garbancera y quien, por medio de sus trabajos, manifestó una crítica sátira hacia la política y la sociedad mexicana que negaba su pasado indígena. De acuerdo con esto, la muerte para Posada representaba la igualdad ya que, a fin de cuentas, rubio, moreno, rico o pobre, toda la gente acaba siendo calavera.
Luego en el México posrevolucionario, el pintor y muralista Diego Rivera recupera la Calavera garbancera en su mural Sueño de una tarde dominical en la alameda central bautizándola como “La Catrina”. Desde entonces se ha convertido en un icono para las festividades del Día de los muertos y para la identidad mexicana. Sin embargo, cabe mencionar que el valor que hoy le tienen los mexicanos a la muerte data y se complementa con las cosmovisiones prehispánicas, pues morir representaba el inicio de la vida. Posteriormente con la influencia española tras la conquista, la idea de la muerte se materializó en una mezcla de significados importantes para el mexicano, entre dolor, llanto, temor, como también burla, fiesta y juego.
Desde entonces la idea de la muerte se ha representado en calaveras y huesos sobre una imagen caricaturesca, festiva y divertida encontrándose incluso hasta en dulces, chocolates y panes. Y sobre todo en diversas expresiones artísticas y artesanales.
Se ha escrito e interpretado en la música (en corridos, huapangos, boleros, valses que tienden a ser ritmos muy armoniosos y alegres); en la poesía (en las llamadas calaveras literarias) y en la literatura, como lo han sido obras de los novelistas y ensayistas mexicanos más reconocidos: Alfonso Reyes, Octavio Paz y Carlos Fuentes. Incluyendo su amplia producción en pinturas, murales, esculturas y grabados iniciados por Guadalupe Posada y seguidos por Diego Rivera, Rufino Tamayo, María Izquierdo, José Clemente Orozco, Francisco Toledo y Frida Kahlo.
Dentro de la cultura popular la manifestación de las calaveras se duplicó dadas las tradiciones, creencias y valores de ciertos pueblos indígenas, pudiéndose encontrar en los trabajos de alfarería, cerería, alfeñique, papel, vidrio y cartonería. Algunos ejemplos son: las calaveras hechas de chaquiras por la comunidad Wixárika en Nayarit; las de barro negro en Oaxaca; las catrinas de Metepec y Uruapan; el papel picado de Puebla; las calaveras de cera en Guanajuato y otras producciones artesanales ubicadas en toda la república mexicana como lo son: las calaveras y panteones de azúcar; los esqueletos de cartón blanco; y los juguetes populares en forma de calaveras.
La calavera es tan importante para la cultura mexicana que se le rinde cariño y respeto a la huesuda, la parca o la flaca, pues está presente en cada una de las representaciones culturales y dichos populares. Alfonso Reyes decía que la muerte es la eterna novia de los mexicanos.
Reseña a cargo de Evelin Cortes Melquiades
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Fuentes de consulta
Ríos de la Torre, G. (2001). Calaveras en el arte mexicano. Universidad Autónoma Metropolitana, pp. 47-58.
Félix Báez, J. (1994). “Simbólica mexicana de la muerte” en La Palabra y el Hombre, octubre-diciembre no. 92, pp. 75-100
Registro fotográfico de papel recortado por Claret Zamora
MÉXICO
Contexto social y político
La República Mexicana se ubica en el continente americano, colinda al Norte con Estados Unidos y al Sur con Belice y Guatemala, al Oeste con el océano Pacífico y al Este con el Golfo de México. Su división política consta de 32 estados de los cuales la Ciudad de México es la capital. Existen cuatro tipos de climas dependiendo de las regiones: cálido húmedo, semihúmedo, templado y seco.
Si bien el mayor porcentaje de habitantes en el país habla el idioma español, México no cuenta con un idioma oficial debido a las culturas indígenas del territorio que, a pesar de las políticas nacionales homogeneizadoras y la globalización, han conservado hasta la fecha su identidad y con ello su idioma. Conociéndose actualmente aproximadamente 65 grupos etnolingüísticos dispersos a lo largo y ancho del país.
A pesar de la basta biodiversidad, riqueza cultural y artesanal de México, uno de sus problemas más grandes es la desigualdad que hay en el desarrollo social y económico entre el sur y el norte del país, así como también entre las áreas rurales y urbanas. La principal fuente de ingresos económicos se da a través de las remesas, por efecto de las migraciones hacia Estados Unidos, seguido de las actividades primarias como la agricultura, ganadería y pesca, las actividades secundarias como la industria automotriz, y las actividades terciarias como el turismo y el comercio.
Expresiones culturales
Una pieza fundamental del mosaico cultural construido a lo largo de la historia del país, se debe a la resistencia de los diferentes pueblos indígenas y a su mestizaje. Así, se ha logrado mantener la cosmovisión y la cultura, a través de la música, la danza, la gastronomía, la arquitectura y la elaboración de artesanías, entre otros. Siendo estas expresiones, la materialización de la forma de entender la vida y la muerte para el pueblo mexicano.
Objetos artísticos
A pesar de que en todo el territorio mexicano se pueden encontrar objetos artísticos, éstos se producen en mayor cantidad en los Estados del centro y del sur. Actualmente son una fuente de ingresos, sobre todo a nivel local, destacando los trabajos en madera, cerámica, textiles, objetos miniatura, alfarería, vidrio, lata y cestería.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es el órgano federal encargado de la investigación, difusión, conservación, restauración, protección, recuperación y promoción del patrimonio cultural, arqueológico e histórico del país.
Reseña realizada por Ana María Ramírez Amaya
Edición a cargo de Camila Caris
COMUNIDADES INDÍGENAS
México, conocido por ser la tierra del tequila, del mariachi, del mole poblano y del pozole; es un país norteamericano que se caracteriza por la coexistencia de diversas culturas de raíz indígena. Las cuales han habitado este territorio desde antes de la llegada de los españoles, en la antigua región conocida como Mesoamérica.
En la actualidad, según el Sistema de Información Cultural (SIC), en México se reconoce 68 pueblos de los cuales, 20 de ellos representan a la mayoría de población indígena, entre ellos están:
Otomíes: Son una comunidad que se localiza en los estados de Hidalgo, Queretaro, Guanajuato, Michoacan, Puebla, Veracruz y el Estado de México. En idioma nahuatl, otomí significa "Quien camina con flechas" o "flechador de pajaros".
Los Totonacas están ubicados en los estados de Veracruz y Puebla.
La comunidad Tzotzil (“hombre murciélago”) tiene su origen en la civilización Maya, distribuídos por el estado de Chiapas y en Guatemala.
Los Tzeltales, también habitan en el territorio de Chiapas, y al igual que los tzotziles, tienen sus orígenes en la civilización maya.
El pueblo Mazahua, ubicados en noroeste del Estado de Mexico y al oriente del Estado de Michoacán. Destacan por dedicarse a la agricultura y a la producción de artesanías.
La comunidad Mazateca se localiza en gran parte del noroeste del estado de Oaxaca, en regiones como la Cañada, zona Serrana y el valle de Papaloapan.
Los Huastecos, se encuentran en los estados de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Querétaro e Hidalgo; su lengua proviene del maya y se divide en dos dialectos: el veracruzano y el potosino.
Los Choles, se distribuyen al noroeste de Chiapas y su actividad principal es la agricultura.
Los Purépechas se encuentran en 22 municipios de Michoacán. Dentro de su gastronomía, se destaca la producción de atole de maíz.
Los Chinantecas o chinantecos, son otro grupo étnico del Estado de Oaxaca, ubicados en 14 municipios. Su lengua pertenece a la familia otomangue y cuenta con 11 variantes.
La comunidad Mixes, tiene su morada en el norte del estado de Oaxaca. Quienes se autodenominan como Ayuukja´ay que significa “gente del idioma florido”.
Los Tlapanecos se ubican en la costa y en 13 municipios del estado de Guerrero. Quienes se autodenominan como Me´paa que quiere decir “el que es habitante de Tlapa”.
Nahuas: Son el grupo étnico más grande de México, cuenta con alrededor de dos millones de personas, ubicados en las regiones de Puebla, Estado de Mexico, Morelos, Hidalgo, Tlaxcala, Veracruz, Guerrero, Oaxaca y en el Sur de la Ciudad de México, en la alcaldíia de Milpa Alta. El idioma de esta comunidad es el Nahuatl y su influencia se le reconoce hasta la actualidad, debido a la presencia de vocablos nahuatl presentes en el español que cotidianamente hablan los mexicanos.
Mayas: Este pueblo se encuentra concentrado en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Tabasco, Chiapas y en todo Centroamérica.
Zapotecas: El territorio mexicano esta compuesto por casi ochoscientos mil zapotecos; se distribuyen en distintas regiones de Oaxaca: la Sierra Zapoteca, el Istmo de Tehuantepec y el Valle de Oaxaca. Su lengua es una variante de la familia del otomangue y cuenta con otras 40 variantes. El presidente Benito Juárez, era de origen zapoteca.
Mixtecas: Junto con los Zapotecas, los Mixtecas forman parte del grupo étnico más destacado de Oaxaca, también se localizan en algunas zonas de Guerrero y Puebla. 700 000 personas son población mixteca; su lengua se deriva del tronco otomangue y se divide en cuicateo, mixteco y triqui. "El lugar de las nubes" significa la palabra "Mixteca", y es de origen mexica.
La comunidad Tarahumara habita en Chihuahua, Durango y Sonora, especialmente en la parte de la Sierra Madre Occidental. Se autonombran raramuris que significa "corredores a pie"
Los Mayos habitan principalmente en el norte de Sinaloa y Sur de Sonora. La palabra Mayo significa "gente de la ribera", pero ellos se autodenominan como Yoremes que significa "el pueblo que respeta la tradición”.
Los Zoques ("hombre de idioma” o “palabra de hombre"), se encuentran en las zonas de la vertiente del golfo, la sierra y la depresión central de Chiapas.
Por ultimo, están los Chontales de Tabasco que, como su nombre lo dice, se encuentran en el estado de Tabasco. Quienes se autodenominan como Yokot´anob o Yokot´an que significa “el pueblo que habla yoko ochoco” o “el que habla la lengua verdadera”.
Reseña realizada por Ana Cristina Espitia Hernández
Revisión de texto a cargo de Camila Caris Seguel
(Fuente: www.mexicodesconocido.com.mx)
CELEBRACIÓN DÍA DE MUERTOS
El día de los muertos es una de las fiestas y tradiciones más importantes para los mexicanos. De fuerte carácter ritual, el culto a los muertos se ha practicado desde la época prehispánica y ha guardado una herencia particular en cada uno de los pueblos indígenas (zapotecas, mayas, nahuas, mixtecos, totonacas, entre otros). Se celebra en todos los estados de la república mexicana los días 1 y 2 de noviembre, el primero dedicado a los niños y el segundo a los fieles difuntos, es decir a las personas adultas.
Su origen se remonta a la época prehispánica cuando los mexicas envolvían a sus muertos en un petate y les servían un altar de comida, joyas y otras pertenencias para acompañar su camino al Mictlán (inframundo) donde aguardaba Mictlantecuchtli (el señor de la muerte). Con la conquista española y la evangelización, la celebración se adecuó al calendario católico el cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz. Por lo que pasó de ser una celebración que comenzaba en agosto y terminaba en octubre, a una que sólo durara dos días.
El día de los muertos, por tanto, es una fiesta resultante del sincretismo religioso de dos culturas, cuya creencia principal es el regreso de los fieles difuntos al mundo de los vivos, para convivir con sus familiares y para nutrirse de los alimentos que se les han preparado sobre los altares. También se cree que esta práctica significa el momento para compartir con las ánimas parte de la cosecha de maíz, de ahí que las ofrendas sean una muestra de agradecimiento hacia los difuntos por los resultados favorables del ciclo agrícola.
Dada la particularidad de cada estado del país en su celebración, lo típico es la preparación de ofrendas o altares tanto en los hogares como en los panteones, con ciertos elementos que guardan un carácter simbólico y religioso, desde las flores de cempasúchil, pan de muerto, veladoras, sal, papel picado, agua, calaveras de azúcar, fruta, y platillos que degustaba el difunto en vida, colocados sobre un orden jerárquico.
En algunos lugares de la república mexicana su festividad tiende a ser más colorida y ceremonial, por ejemplo en Pátzcuaro, Michoacán; Mixquic, Ciudad de México; Cuetzalan, Puebla; se acostumbra a pasar la noche velando la llegada de los difuntos al mundo de los vivos en los panteones locales. En Pomuch, Campeche, por las tradiciones mayas, se acostumbra a limpiar los huesos de los difuntos con cierto cariño y respeto.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), declaró en 2008 esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y trascendencia tradicional en tiempos contemporáneos. Así, el Día de los muertos, no sólo representa una parte cultural e histórica sino también una fuente constitutiva de la identidad mexicana.
Reseña realizada por Evelin Cortes Melquiades
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Fuentes de consulta
- Quintanar Hinojosa, Beatriz. (2018). Guía especial Barrio de los muertos. Revista México Desconocido, México, pp. 10-119.
- Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal. (2019) Día de Muertos tradición mexicana, Secretaría de Gobernación, México. Recuperado el 1 de abril del 2021, URL: https://www.gob.mx/inafed/es/articulos/dia-de-muertos-tradicion-mexicana-que-trasciende-en-el-tiempo
AFRODESCENDENCIA MEXICANA
La población afrodescendiente como su nombre lo indica se refiere al grupo étnico que tiene un vínculo histórico y cultural con África, pero que dados los procesos de intercambio cultural a través de los años, asimilaron rasgos, creencias y prácticas tanto de los pueblos indígenas como de la población criolla y mestiza de México. De ahí que no se pueda hablar de una autenticidad o pureza de la cultura africana. En 2019 la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoció a la población afrodescendiente como parte fundamental de la composición nacional del Estado mexicano, reconociéndoseles como la “tercera raíz” que junto al origen indígena y europeo, conforman la identidad mexicana.
Su importancia no sólo radica en las grandes aportaciones demográficas, y económicas sino también hacia las manifestaciones culturales: música (uso de tambores y marimbas); danza (sones, chilenas, zamacuecas); fiestas (danza de los Diablos, fiesta del Toro de Petate, danza de los Apaches); religiones (santería, palo monte, candombe, vudú); arquitectura (los redondos); artes (pintura, grabado) y tradiciones (pelea de gallos); que han favorecido la diversidad cultural de México y que incluso indígenas y mestizos han adoptado y con orgullo practicado.
Los afrodescendientes dentro del proceso histórico de México
Los primeros africanos que llegaron al territorio mexicano venían como compañeros libres de los exploradores y conquistadores españoles. A partir del siglo XVI cuando se inaugura la trata transatlántica, inicia la llegada de africanos en calidad de esclavos mediante contratos y licencias que otorgaba la Corona Española. Los puertos principales de ingreso se concentraban en Veracruz, Campeche y Acapulco donde posteriormente eran distribuidos por todo el territorio de acuerdo con los requerimientos económicos y laborales que se necesitaran, la mayoría dedicados hacia la agricultura, minería, ganadería y construcción.
Hasta la independencia del país, los esclavos africanos obtuvieron su libertad y poco a poco se fueron insertando en la vida cotidiana, llegando a escalar puestos burocráticos y administrativos, como por ejemplo Vicente Guerrero, primer presidente afrodescendiente de México. Una vez manifestado el proyecto de construcción nacional a inicios del siglo XX, el Estado tomó una postura racista de acuerdo los pensamientos positivistas predominantes de la época, permitiendo un racismo institucional y estructural en todas sus formas.
Es bajo aquel escenario que a finales del siglo XX, los pueblos negros de México por medio del auto reconocimiento y autoconciencia de su identidad emergieron en movimientos sociales demandando derechos políticos y culturales en torno a su situación, oprimiendo cualquier forma de discriminación y violencia hacia sus comunidades. De acuerdo con el último censo poblacional de 2020, los afrodescendientes conforman el 2.04% de la población total, es decir cerca de 2,576,213 de personas se identifican como afrodescendiente, negro o afromexicano. Los estados donde más se concentran son Guerrero (8.6%); Oaxaca (4.7%) y Yucatán (3.0%). Hoy, los afrodescendientes han logrado visibilizarse y formar parte de la agenda estatal, de igual forma han recuperado espacios políticos que históricamente les habían sido negados.
Reseña realizada por Evelin Cortes Melquiades
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Fuentes de consulta
Aguirre Beltrán Gonzalo. (1989). Cuijla: esbozo etnográfico de un pueblo negro. México: FCE.
INEGI. (2021). Presentación de resultados Censo de Población y Vivienda 2020, México, p.50.
Velázquez María Elisa; Iturralde Gabriela. (2016). Afromexicanos: reflexiones sobre las dinámicas del reconocimiento. Anales de Antropología, México: UNAM.