[Investigación] Palestina

HISTORIA DE PALESTINA

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La historia de Palestina está marcada por el despojo y la colonización constante de potencias externas a la región. La historia de Palestina es como un grueso tapiz tejido con siglos de civilización y una lucha constante por la autodeterminación. La narrativa oficial dominante en medios de comunicación globales han contado casi siempre la historia desde el lado del opresor. En las siguientes líneas podrás acceder a un pequeño resumen basado en historiadores palestinos y destacados israelíes como Ilan Pappé o el judío Noam Chomsky, quienes exponen dinámicas de poder, colonialismo y derechos humanos en la región.

La cuestión palestina, bajo la ocupación israelí, es uno de los conflictos más antiguos del mundo, con consecuencias devastadoras para la población palestina, que ha sido desplazada y privada de derechos humanos fundamentales durante décadas. La inacción de la comunidad internacional y de los organismos más poderosos ha sido reemplazada por una identidad nacional fuerte entre los palestinos, quienes resisten con resiliencia el expansionismo israelí en sus territorios. Sin embargo, más de 70 años después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, estas violaciones continúan, mientras la comunidad internacional permanece en gran medida como espectadora.

El sionismo, ideología política fundada por Theodor Herzl, promovió la creación de un hogar nacional judío en Palestina, presentado inicialmente como un proyecto utópico y pacífico. Con el tiempo, sin embargo, el sionismo adoptó una orientación más pragmática, liderada por figuras como Chaim Weizmann, quien promovió la inmigración de judíos de Europa del Este a Palestina. A pesar de las restricciones iniciales del Imperio Otomano, la presión británica permitió el establecimiento de colonias judías en el territorio, lo que marcó el inicio de un cambio demográfico y social en la región, que eventualmente culminaría en conflictos con la población local.

La Primera Guerra Mundial y la alianza otomana con Alemania y Austria-Hungría provocaron serias dificultades económicas y sociales en Palestina, afectando especialmente a los musulmanes, quienes enfrentaron ejecuciones y persecuciones. Paralelamente, el movimiento sionista intensificó sus lazos con Gran Bretaña, logrando influir en altos funcionarios, como David Balfour, para apoyar el proyecto sionista. Esta colaboración con las autoridades británicas consolidó el respaldo internacional al sionismo y puso en marcha políticas de colonización que sentaron las bases para el conflicto que persiste hasta la actualidad.

Los acuerdos Sykes- Picot, un reparto colonial

Los Acuerdos Sykes-Picot de 1916 representaron un reparto colonial de Medio Oriente entre Francia y Gran Bretaña, sin la participación de la población local. Mientras Francia, Gran Bretaña, Rusia e Italia negociaban el futuro del Imperio Otomano en la región, los británicos hicieron promesas de apoyo a Shariff Hussein de La Meca para ganar su apoyo contra los turcos, pero estas promesas resultaron ser engañosas. En una reunión secreta, los representantes británicos y franceses, Mark Sykes y George Picot, acordaron dividir El Levante en áreas de influencia, otorgando a Francia el control de Siria y Líbano y a Gran Bretaña, territorios como Irak.

El acuerdo, firmado el 16 de mayo de 1916 y aprobado también por Rusia, trazó fronteras en función de intereses coloniales y de recursos, especialmente del petróleo, ignorando las realidades culturales y religiosas de la región. Este reparto definió gran parte de las fronteras en El Levante, a excepción de Palestina, que quedó como una zona clave por su valor estratégico y su proximidad a los oleoductos. Este trazado artificial generó tensiones que influirían en los conflictos regionales posteriores, ya que fragmentó a las comunidades locales sin consideración por su identidad y cohesión social.

Primeros pasos de la consolidación del sionismo

Durante la década de 1920, la administración británica en Palestina comenzó a consolidarse, reemplazando el gobierno militar por una administración civil y designando a un Alto Comisionado para liderarla. La aprobación de la Liga de Naciones legitimó el mandato británico, incluyendo la Declaración Balfour, que apoyaba la creación de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina. Esta decisión, junto con la rápida expansión de asentamientos sionistas, impulsó un nacionalismo palestino cada vez más fuerte, desencadenando tensiones entre la mayoría árabe y la creciente comunidad sionista.

En los años siguientes, las políticas británicas intentaron equilibrar los intereses de ambas comunidades. La Comisión Shaw de 1929 recomendó restringir la inmigración judía y la compra de tierras, lo cual fue plasmado en el Libro Blanco de 1930. Sin embargo, estos esfuerzos no lograron aplacar el descontento palestino, que se manifestó en numerosas protestas. Mientras tanto, los sionistas fortalecieron sus capacidades militares con la creación de la Haganah, el primer brazo paramilitar de lo que sería el futuro Estado de Israel, y buscaron ampliar la colonización agrícola y la compra de tierras con el apoyo de fondos judíos internacionales.

Con el auge del fascismo en Europa en los años 30, la propaganda sionista aprovechó el antisemitismo europeo para fomentar la inmigración judía hacia Palestina. A pesar de las restricciones británicas, la inmigración clandestina aumentó, liderada por la organización Mossad Le’aliyah Bet, destinada a traer judíos de Europa a Palestina. Esta campaña contribuyó a consolidar la percepción en Occidente de Palestina como un territorio donde los judíos prosperarían, posicionándose como una "democracia ejemplar" en la región, lo que impulsó un apoyo internacional significativo para el movimiento sionista en la víspera de la Segunda Guerra Mundial.

Y, a pesar de que, como señala Pappé en la Historia de la Palestina Moderna, sólo el 10% de los judíos que abandonaron Europa tras el Holocausto se asentaron en Palestina, la campaña comunicacional fue tan efectiva, que generó por primera vez que varias comunidades judías del globo quisieran irse a esta “tierra prometida”.

Represión y Resistencia


Desde 1948 hasta 1967, la vida de los palestinos se caracterizó por la represión, con un régimen militar israelí que incluyó toques de queda, restricciones de desplazamiento, y detenciones arbitrarias. Aunque inicialmente la movilización política fue limitada debido al trauma de las masacres, en los campos de refugiados surgieron asentamientos permanentes y, hacia finales de los años 50, una resistencia politizada, centrada en los combatientes palestinos o fida’iyyun, comenzó a emerger, dispuestos a luchar por la causa palestina.

Limpieza étnica y la Nakba 

Tras la resolución de la ONU para dividir Palestina, las fuerzas paramilitares sionistas lanzaron una campaña de limpieza étnica que incluyó masacres para expulsar a la población palestina y ampliar su control territorial. Ilán Pappé y otros historiadores han documentado este proceso como un acto de expulsión sistemática, acorde con el Plan Dalet, diseñado en 1945 por la Haganah, que implicaba apoderarse de territorios y desplazar a los palestinos. Parte de esta estrategia incluyó cambiar los nombres de los asentamientos palestinos a versiones hebreas, con la intención de borrar cualquier vínculo cultural palestino con el territorio. Para 1951, ya se habían reemplazado 200 nombres, como parte de un proceso de "memoricidio" que sigue afectando aspectos de la cultura y la memoria palestina, incluyendo la prohibición del idioma árabe en algunas áreas.

El 15 de mayo de 1948, conocido como Al Nakba o "catástrofe" para los palestinos, marcó la expulsión forzosa de 800,000 palestinos, que representaban el 70% de la población palestina de la época. Las fuerzas sionistas destruyeron 531 localidades y causaron la muerte de más de 15,000 personas, ocupando el 78% del territorio histórico de Palestina, más allá del límite designado por la ONU. Cisjordania y Gaza quedaron bajo administración jordana y egipcia, respectivamente, mientras cientos de miles de refugiados huyeron a países vecinos, donde aún permanecen sin derecho de retorno, a pesar de la resolución 194 de la ONU que lo garantiza.

Con la creación del Estado de Israel, la "Ley de Retorno Judío" de 1950 facilitó la inmigración judía a Israel desde todo el mundo, estableciendo un modelo de colonización de asentamiento que transformó el sionismo en un proyecto secular y territorial. A diferencia de los antiguos modelos coloniales de protección y control, el sionismo estableció un colonialismo de asentamiento que, según historiadores y académicos como Rodrigo Karmy, representa un conflicto de colonización continuo, basado en la ocupación y desplazamiento sistemático de la población palestina, creando un régimen de apartheid y discriminación que persiste hasta hoy.

Represión y Resistencia

Desde 1948 hasta 1967, la vida de los palestinos se caracterizó por la represión, con un régimen militar israelí que incluyó toques de queda, restricciones de desplazamiento, y detenciones arbitrarias. Aunque inicialmente la movilización política fue limitada debido al trauma de las masacres, en los campos de refugiados surgieron asentamientos permanentes y, hacia finales de los años 50, una resistencia politizada, centrada en los combatientes palestinos o fida’iyyun, comenzó a emerger, dispuestos a luchar por la causa palestina.

La Naksa

El 5 de junio de 1967, Israel lanzó un ataque que, en solo 20 horas, resultó en la ocupación de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y otras áreas estratégicas. La Naksa o "gran derrota" marcó el inicio de una ocupación masiva, sumando 400,000 desplazados palestinos a los ya exiliados de 1948. Israel comenzó un proceso de colonización en Jerusalén y otras áreas, expulsando a la población palestina y estableciendo asentamientos en violación del Derecho Internacional.

Intifada

En diciembre de 1987, tras décadas de opresión, surgió la Intifada como una respuesta espontánea de la sociedad palestina, con protestas, boicots y resistencia civil frente a la ocupación. La participación de mujeres, niños y familias completas marcó este movimiento, que generó un cambio significativo en el activismo político. Sin embargo, los Acuerdos de Oslo en los 90, que prometían paz y reconocimiento mutuo, no lograron satisfacer las demandas palestinas y dejaron temas clave sin resolver, como los refugiados y la cuestión de Jerusalén.

Segunda Intifada y Desilusión

La frustración ante los limitados avances llevó a una segunda Intifada en 2000, conocida como la Intifada de Al Aqsa, provocada por la incursión de Ariel Sharon en la explanada de la Mezquita Al Aqsa. Este levantamiento duró casi cinco años y costó la vida de aproximadamente 5,500 palestinos. Las decepciones en las negociaciones y las promesas incumplidas consolidaron la percepción de que los acuerdos internacionales no garantizaban los derechos palestinos, profundizando el conflicto.

Crimen e impunidad

-        Muro de anexión y apartheid

El 2002 Israel comenzó la construcción de un muro en la Ribera Occidental palestina que tiene más de 8 metros de altura y más de 700 km de largo, equivalente a la distancia entre Santiago y Temuco (Chile). Supuestamente fue por razones de seguridad contra los ataques de palestinos, sin embargo, el muro no se encuentra en la línea verde, que es la frontera que está aceptada internacionalmente.

La Línea Verde se refiere a las fronteras del armisticio establecido entre Israel y los territorios palestinos que no alcanzó a ocupar en las postrimerías de la Nakba, la “guerra de la independencia” para los israelíes, lo que fue más bien una despiadada limpieza étnica llevó al nuevo estado judío ocupar el 78,5% de la Palestina histórica. Desde 1967, los sucesivos gobiernos israelíes han construido asentamientos más allá de la Línea Verde, en tierras palestinas.

El muro, que continúa hasta el día de hoy su construcción anexándose territorio palestino, fue condenado a desmantelación inmediata en reiteradas resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas, la primera vez fue el 2003.  Se ha anexado los terrenos más fértiles de la zona, además de dividir a cientos de familias y acrecentar la restricción de movimiento de los palestinos, especialmente para ir a Jerusalén.

-        Gaza, la cárcel a tajo abierto más densa del mundo

Desde la victoria de Hamas en las elecciones del 2007 en Gaza, Israel mantiene un bloqueo en el lugar, en el que sólo cuando se les antoja entra la ayuda humanitaria.

Como si el bloqueo fuera poco, las fuerzas militares israelíes perpetraron una cruenta masacre sin precedentes en las últimas décadas de genocidio palestino. Israel lanzó la Operación Plomo Fundido, un ataque militar masivo de 22 días contra la Franja de Gaza.

Según las investigaciones de organizaciones de derechos humanos independientes israelíes y palestinas, las fuerzas de ocupación mataron entre 1.385 y 1.419 palestinos, la mayoría de ellos civiles y al menos 308 menores de 18 años. Más de 5.000 resultaron heridos. Además, murieron 13 israelíes, entre ellos tres civiles.

En abril de 2009, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU estableció una misión de investigación sobre las posibles violaciones del derecho internacional cometidas durante el conflicto. Israel se negó a colaborar con la investigación, rechazando reunirse con la misión e impidiendo que esta visitara Cisjordania. La misión publicó el denominado Informe Goldstone, donde se informaba sobre los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos por el ejército israelí. Además, la Human Right Watch, comprobó la utilización de fósforo blanco para atacar a los civiles. [1]

El 2014 se vieron atisbos de reconciliación entre Fatah y Hamas. En cuanto estas noticias salieron a la luz, Israel perpetró la masacre más masiva del último centenario hasta ese entonces. Durante 51 días de ataque con bombas, F16 y fósforo blanco a la sitiada población gazatí. “En el último ataque que el sionismo realizó contra el pueblo palestino de Gaza, el 7 de julio al 28 de agosto de 2014, sobre 1,7 millón de personas que vivían confinadas en este estrecho territorio asediado, Gaza, han caído miles y miles de toneladas de bombas, se asesinó a 2.310, se hirió a 11.100 palestinos y palestinas.”[2]

Esta vez, se repitieron prácticamente los mismos acontecimientos después: condenas de órganos internacionales que no inmutaron al régimen de ocupación.

 

Actualidad

En mayo de 2021, Israel lanzó una devastadora ofensiva militar de 11 días contra la Franja de Gaza bloqueada, la cuarta ofensiva importante lanzada por Israel en territorio palestino en 14 años. El asalto mató al menos a 261 personas, incluidos 67 niños, e hirió a más de 2.200, según las Naciones Unidas.

Hoy (Noviembre 2024) ha pasado más de un año de una masacre sin precedentes en la historia moderna. La siguiente información se extrajo de la organización Let's talk Palestina de España, quienes publicaron un resumen de datos al cumplirse un año de genocidio en Gaza.

  • El siete de octubre las fuerzas Israelíes dirigidas por Netanyahu han asesinado a más de 50 mil personas, de las cuales más de 17 mil son niños.  
  • Cada una hora en Gaza se asesinan 15 personas, 35 son heridas, se lanzan 42 bombas y se destruyen 12 edificios. 
  • Estados Unidos ha aportado más de 11 mil millones de ayuda militar a Israel desde el 7 de octubre de 2023. Se han lanzado 75 mil toneladas de bombas que contribuyen a una crisis sanitaria sin precedentes. Han asesinado a mil trabajadores de la salud, destruyeron casi todos los hospitales. Más de 350 mil personas presentan enfermedades crónicas. el 96% de la población enfrenta grave inseguridad alimentaria: hay tres mil niños en riesgo de muerte por hambruna e Israel mantiene absoluto bloqueo de acceso de comida al norte de la Franja de gaza desde octubre del 2024.  

 

Asentamientos

La construcción de asentamientos israelíes en territorios palestinos ha sido reiteradamente condenada en resoluciones de la ONU y en convenciones de derecho internacional, aunque hasta 2016 no hubo una condena explícita. Ese año, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución N° 2334, que denunció la ilegalidad de los asentamientos en tierras palestinas, incluyendo Jerusalén Oriental. Esta resolución rompió un silencio de ocho años de la ONU sobre la ocupación, mientras la situación en Palestina continuaba empeorando debido a la represión y el avance de la construcción del muro de segregación.

La resolución 2334 expresaba su preocupación por la amenaza a la viabilidad de una solución de dos estados, basada en las fronteras de 1967, debido al crecimiento exponencial de los asentamientos. En 2017, la ONG israelí Peace Now reportó un aumento del 34% en la construcción de estos asentamientos, con 1.814 nuevas viviendas para colonos en 2016, frente a las 1.350 construidas en 2015, lo que reflejaba la intensificación de la ocupación y la violación de los derechos palestinos.

La "democracia judía", un régimen de apartheid 

Los palestinos que lograron quedarse en sus tierras tras la Nakba fueron convertidos en “árabes israelíes,” una población catalogada como “no judía” en los censos y que vive en una ciudadanía de segunda clase, sin los derechos plenos de los israelíes judíos. Desde la creación del Estado de Israel, sus gobiernos han implementado leyes y políticas de discriminación que afectan a estos ciudadanos palestinos, quienes actualmente son más de 1.8 millones. La autodefinición de Israel como “judío y democrático” impone una contradicción que presiona a la población palestina a elegir entre su identidad cultural y la lealtad a un Estado que no les reconoce plenamente.

Israel distingue entre “ciudadanía” y “nacionalidad,” permitiendo que solo los judíos del mundo sean considerados “nacionales” de Israel. Los no judíos pueden obtener la ciudadanía, pero sin los mismos derechos, y el Estado niega la residencia a palestinos casados con ciudadanos israelíes. Esta distinción es un ejemplo de la discriminación estructural hacia los palestinos. Además, Israel ha establecido más de 50 leyes que limitan los derechos de los palestinos y, según informes de la ONU, ha creado un régimen de apartheid que privilegia a la población judía.

La opresión y colonización israelí sobre Palestina ha evolucionado, así como el discurso de la resistencia palestina. La ocupación ha reducido la Palestina histórica a menos del 8% de su territorio original, con Gaza convertida en una “prisión a cielo abierto” y Cisjordania dividida por un muro de 700 km. Más de 650,000 colonos israelíes viven ilegalmente en tierras palestinas, y hay millones de refugiados palestinos a quienes se les niega su derecho de retorno. Además, más de 6,000 palestinos están presos por activismo político, y toda la población vive bajo un régimen de apartheid sin precedentes.

Emancipación del lenguaje

El discurso de la resistencia ha sido impulsado también por historiadores israelíes y palestinos que revelan la historia de despojo y colonización de Israel. Sin embargo, la narrativa occidental continúa diluyendo el sentido de la resistencia al usar palabras como “conflicto” para describir la ocupación o “colonos” para referirse a quienes ocupan ilegalmente tierras palestinas. Reafirmar que “sionismo es igual a colonialismo,” como señala el historiador Ilán Pappé, es esencial para comprender la opresión en Palestina y reconocer la colonización del propio discurso occidental, influenciado por el sionismo.

Es necesaria la emancipación del lenguaje también, hacer comprender que el discurso occidental también está colonizado por el sionismo, que también se adueñó del judaísmo, creando una tríada inseparable que no tiene sentido: judaísmo, Israel y sionismo.

CULTURA

Palestina tiene una riqueza cultural que abarca diversas expresiones como el idioma árabe, la influencia de ser cuna de religiones, las artes, la gastronomía, la indumentaria, la literatura, la música, la danza, entre otras expresiones. A partir del desplazamiento forzado de su comunidad por la invasión israelí, el pueblo palestino ha mantenido sus costumbres en la diáspora, como un manifiesto de resistencia ante el genocidio.

Internacionalmente, los palestinos son reconocidos por sus plantaciones de olivos y naranjas. Palestina era el exportador número uno en el mundo de naranjas antes de la ocupación israelí. La comida tradicional palestina se compone, principalmente, de arroz con porciones de vegetales frescos, cocidos con carne y pan. Algunos de sus platos típicos son kusa mahshi (zapallos rellenos), malfuf (repollo relleno), warak enab (hojas de parra rellenas), maqluba (arroz, cordero y berenjenas), fasoulia khadra (arroz, cordero y porotos verdes con salsa de tomate) y dajaj mahshi (pollo asado relleno con arroz), el mansaf (arroz con cordero, almendras y laban) y el msakhan pollo con muchas especias cocinado sobre un pan y acompañado de arroz al estilo árabe. Al almuerzo, le siguen los famosos dulces (baklawa, muhalabiah) y frutas de la temporada. Usualmente, por la noche se come algo liviano. Un trago típico muy especial es el arak (hecho de anís).

En el contexto de la ocupación y el conflicto, la preservación de estas tradiciones culinarias se convierte en un acto de resistencia y reafirmación de identidad. Las familias palestinas, incluso en la diáspora, mantienen estas costumbres para conectar con su tierra y su historia, recordando así su herencia cultural en tiempos de adversidad.

La Dabke

La Dabke es una danza popular árabe que se originó en la región levantina; incluyendo Palestina, Líbano, Jordania y Siria. Dabke significa “patear con los pies”, “hacer ruido” o “zapateo”. Se origina antiguamente cuando hacían el techo de sus casas con ramas de árboles y barro. Cuando el tiempo cambiaba, el barro se agrietaba. Los miembros de la familia y la comunidad se reunían para repararlo, formando una línea, uniendo sus manos y pisoteando el barro. Una vez que se dispuso de una mejor tecnología para la fabricación de techos, la historia de su baile de trabajo se transmitió de generación en generación para recordarles la importancia de la familia, la comunidad y la tradición. Hoy en día, la dabke se ve en todo el mundo en bodas, reuniones familiares y celebraciones.

A lo largo del tiempo, la dabke ha evolucionado de ser un baile de trabajo comunitario a un símbolo de unidad y resistencia cultural. En eventos sociales y familiares, la dabke representa la resiliencia palestina y su determinación para preservar sus tradiciones. En la diáspora, esta danza fortalece la identidad cultural y es una forma de conexión con su tierra y su historia, simbolizando la unión del pueblo palestino ante las adversidades.

Música

A pesar de la masificación de la música occidental, el folclor tradicional – como ala dal’ona y zareef at toul – continúan siendo una importante parte de la vida Palestina. Algunos de los instrumentos musicales tradicionales de Palestina son: eloud, shebbabeh, rababeh, mijwez, yarghoul, nay, buzuk y el qanoun.

La música tradicional palestina, especialmente a través de canciones populares y el uso de instrumentos autóctonos, mantiene viva la identidad y los valores culturales palestinos. En festivales y celebraciones, estas canciones folclóricas reflejan el orgullo y la historia de la comunidad palestina, que encuentra en la música una herramienta de resistencia y expresión frente a la ocupación.

Literatura

Hasta 1948 la literatura Palestina fue parte del movimiento literario árabe que floreció durante la primera mitad del siglo XX, el cual había sido influenciado por escritores egipcios, sirios y libaneses, quienes lideraron el movimiento literario de esa época. Después de la ocupación se transformó en uno de los medios de denuncia y resistencia ante el genocidio. Con el advenimiento de la década de los setenta, una extraordinaria nueva forma de literatura hizo su aparición, con una propuesta poética llena de coraje, de vitalidad, de optimismo, altamente motivados por el espíritu de la resistencia.

A través de novelas, poesías y escritos, la literatura palestina se convirtió en una voz fuerte de denuncia ante las injusticias y en una plataforma de resistencia contra la ocupación. Escritores palestinos han explorado temas de exilio, pérdida y esperanza, manteniendo viva la narrativa de su pueblo en el contexto del conflicto. Estos textos no solo cuentan historias personales, sino que también son testimonio de la resistencia cultural palestina frente a la adversidad.

A continuación se mencionan tres importantes exponentes de la literatura y poesía palestina: 

  1. Mahmoud Darwish (1941-2008)

Mahmoud Darwish es probablemente el poeta más reconocido de Palestina, y su trabajo ha tenido un impacto significativo tanto en la literatura árabe como en la internacional. Nacido en una aldea palestina que fue destruida en 1948 durante la creación del Estado de Israel, Darwish se vio obligado a vivir en el exilio, una experiencia que marcó profundamente su obra. Su poesía aborda temas de identidad, desplazamiento, amor, y la lucha por la justicia, reflejando la experiencia del pueblo palestino.

Sus obras más conocidas incluyen "La carpeta roja" y "Por eso abandonamos la casa", en las que se explora el dolor del exilio y la búsqueda de la libertad. Darwish también fue un destacado defensor de los derechos de los palestinos y un crítico de las políticas israelíes. A través de su poesía, se convirtió en una voz del pueblo palestino, simbolizando su lucha y su esperanza.

  1. Fadwa Tuqqan (1917-2003)

Fadwa Tuqqan fue una de las poetisas más influyentes de Palestina. Su obra refleja la resistencia y la lucha de los palestinos durante y después de la Nakba (1948), pero también profundiza en temas universales como la opresión, el amor y la pérdida. Tuqqan nació en Nablus, y su vida estuvo marcada por la tragedia personal, ya que vivió gran parte de su vida bajo ocupación israelí y sufrió la pérdida de su hermano, que fue arrestado por las autoridades israelíes.

Tuqqan se destacó por su poesía introspectiva, que exploró la difícil situación de las mujeres palestinas, y su lucha por la libertad y la justicia. Su obra más conocida, "Al-hubb al-mustahil" (El amor imposible), habla de la separación forzada y la esperanza. Fadwa Tuqqan es un símbolo de la resistencia cultural palestina, usando la poesía como una herramienta para resistir la ocupación.

  1. Rafeef Ziadeh (1979)

Rafeef Ziadeh es una poeta y activista palestina contemporánea, nacida en Beirut, Líbano, pero criada en los campos de refugiados palestinos. Conocida por sus potentes presentaciones de poesía spoken word, Ziadeh aborda cuestiones como la opresión palestina, la identidad árabe y los derechos humanos. Su estilo único ha sido aclamado por su capacidad para transmitir con claridad la angustia y la resistencia del pueblo palestino.

Uno de sus poemas más populares, "We Teach Life, Sir", ha sido viralizado en redes sociales y ha sido interpretado como un manifiesto de resistencia y esperanza. A través de sus presentaciones en escenarios internacionales, Ziadeh ha logrado transmitir el dolor y la perseverancia de los palestinos, apelando tanto a la conciencia política como emocional de su audiencia.

 

Estos tres artistas, a través de su poesía y activismo, han sido fundamentales para darle voz a la causa palestina en el ámbito cultural y político internacional.

ARTE POPULAR

Sus orígenes se remontan a miles de años atrás, cuando en esa zona aparecen los primeros asentamientos estables de grupos étnicos como los cananeos, fenicios, asirios, etc. Desde entonces y hasta nuestros días Palestina se ha caracterizado por una dinámica histórica que ha servido y favorecido la creación artística de diversas ramas.

El arte del bordado, la cerámica y el vidrio soplado son tradiciones que se han transmitido por generaciones y que hoy simbolizan la resistencia del pueblo palestino. Cada patrón, cada pieza de cerámica y cada creación artística representa un testimonio de la identidad palestina, una cultura que ha perdurado a través de las generaciones y se ha fortalecido a pesar de la ocupación y el desplazamiento. Estas artesanías no solo preservan el legado cultural, sino que también brindan una fuente de ingresos para muchas familias palestinas en la diáspora.

Pintura

La relación entre tradición y modernidad es un rasgo que caracteriza a la pintura Palestina, el arte contemporáneo tiene sus raíces en el arte folclórico y la pintura tradicional cristiana e islámica. Después de la Nakba, los temas territoriales han predominado usando diversos medios para expresar y explorar su conexión con la identidad y la tierra. Ismail Shammout, Tamam al Akhal, Samia Taktak Zaru, Sliman Mansour son importantes pintores palestinos.

Indumentaria Tradicional

La vestimenta tradicional de las mujeres en las zonas rurales se compone en general de un vestido largo, un pantalón, una chaqueta, un pañuelo para la cabeza y un velo. Estas prendas suelen ir adornadas con bordados de muy diversos motivos, ya sean aves, árboles o flores. Los tipos de representaciones y colores son indicativos de la región de procedencia, la situación matrimonial y la condición socioeconómica de cada mujer.

El tatreez o bordado palestino es un símbolo de identidad y tradición. Los patrones bordados en la ropa representan no solo arte, sino también el orgullo de la herencia cultural palestina. Las mujeres palestinas han utilizado el thob como un medio de expresión y, hoy en día, este traje se ha convertido en un emblema de la resistencia y preservación cultural, especialmente en la diáspora.

El arte tradicional del bordado (tatreez)

En un principio, los bordados se confeccionaban y se llevaban casi exclusivamente en las zonas rurales, pero ahora se ha difundido por todo el país y la diáspora. Cada pueblo en Palestina tiene motivos identitarios muy marcados; la estrella de ocho puntas, la luna, los pájaros, un ícono en forma de diamante para proteger del mal de ojo, hojas de palma y escalones son patrones comunes. Usualmente las bordadoras se reúnen a coser y bordar en casa de alguna de ellas. Este conocimiento es transmitido por generaciones de madres a hijas. 

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La principal prenda femenina es un vestido amplio llamado thob conformado por varias piezas bordadas principalmente en punto cruz con dos tipos de puntadas: manajel y sanabel; siendo el busto “qabbah” la más importante; también las mangas triangulares, así como las tiras que van desde el talle hacia abajo. Los bordados se ejecutan con hilo de seda en tejidos de lana, lino o algodón. Los colores tradicionales de estos vestidos son el del lino crudo y el azul índigo y en los bordados se encuentran variados colores con pigmentación natural y actualmente también hilos industriales. Las joyas de plata también son muy importantes para las mujeres de Palestina, a través de amuletos de protección en collares y brazaletes.

 

En contraste con la diversidad de indumentaria femenina, la masculina es similar en las distintas regiones de Palestina, Siria, Líbano y Jordania, con alguna variación por localidad, estatus y edad. El atuendo masculino tradicional se compone de una túnica (qumbaz), abrigo ('abaya), un tocado (keffiyeh) y un cinturón (hizam).

La sombrerería ha sido un rasgo central distintivo de los palestinos, tanto tradicionalmente como en la era actual. Si bien las variaciones regionales de la indumentaria palestina han ido desapareciendo en el uso cotidiano, y aunque la mayoría de los palestinos han adoptado en la actualidad la moda occidental o prendas islámicas genéricas, algunos continúan usando la ropa tradicional como una expresión de solidaridad y de orgullo de su propia herencia cultural.

La kufiya es un pañuelo tradicional de Oriente Medio y Arabia, usado principalmente en Jordania, Palestina, Irak, Siria, Líbano, Turquía y la península arábiga. Está hecho normalmente de algodón o lino, aunque también puede llevar lana. Se suele llevar envolviendo la cabeza de diversos modos, tanto para proteger dicha parte del cuerpo del frío como del sol.

Tiene un dibujo geométrico que varía de unas zonas a otras y es de color negro o rojo, siempre sobre fondo blanco. En la Palestina histórica, solo los hombres campesinos, los felahin y los beduinos llevaban tradicionalmente una kufiya, llamada hatta; era blanca y negra, e indicaba un estatus social humilde, rural y patriarcal. Para la intifada tomó fuerza como un elemento de resistencia. En el extranjero, en las últimas décadas se ha identificado con la causa palestina, razón por la cual es conocida también como «pañuelo palestino».


 (Photo by Ali Jadallah/Anadolu Agency/Getty Images)

 


[1]Human Rights Watch (2009, 25 de marzo) Rain of Fire: White Phosphorus in Gaza. Recuperado en:

https://www.hrw.org/video-photos/interactive/2009/03/25/rain-fire-white-phosphorus-gaza

[2] PEDREGAL, R. [S.A]Gaza 51 días. Rebelión. p. 6

[3] PEACE NOW. 2017. Peace Now’s Annual Settlement Construction Report 2016, Settlement Watch.


Contenidos acerca de Palestina: Macarena Chahuán de Al Auda Colectivo / Esperanza Hidalgo (KILTRA)