La República Checa es uno de los países eslavos más antiguos, con su ubicación en Europa Central. Su historia data al siglo IX cuando se funda Bohemia, un ducado dentro de los terrenos del imperio medieval de Gran Moravia, que posterior a la desaparición del imperio, la dinastía de los Premislidas tomó el dominio en la región y se integró al Sacro Imperio Romano Germánico. En el año 1212 el ducado alcanzó la categoría de reino.

La época dorada de Bohemia fue en tiempos de Karol IV, con la edificación de la Catedral, la construcción del famoso puente que lleva su nombre y la creación de la Universidad Karlova, iniciativas que convirtieron a Praga en un centro artístico e intelectual de Europa.

Tras la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico en 1806, la Corona Checa fue anexada al Imperio austríaco de los Habsburgo; posteriormente, cuando concluyó la Primera Guerra Mundial, éste  se instauró como la República de Checoslovaquia, la cual se integró al bloque comunista al finalizar la Segunda Guerra Mundial. En 1968 aconteció la Primavera de Praga, una ola de protestas contra el régimen comunista. Y finalmente, en 1993, tras la caída del comunismo, el país se divide de forma pacífica en dos, la República Checa y la República Eslovaca.

Actualmente República Checa es uno de los países con mayor estabilidad económica y menor desempleo entre los países miembros de la Unión Europea y espacio Schengen. Además de ser uno de los países más laicos del mundo, con el mártir Jan Hus -reformador de la iglesia- como héroe nacional.

Praga, la capital, figura entre las ciudades más visitadas en el mundo, mientras que los propios checos no buscan mucho aventurarse fuera de su país. Siguiendo el patrón del famoso Shveik (un simpático soldado de la novela satírica de Jaroslav Hasek) los checos suelen apreciar mucho una vida tranquila con un tarro de la cerveza en la mano.

República Checa es un país con una gran tradición en las artesanías de cerámica y cristal. Algunos objetos de joyería encontrados en los terrenos del país, datan de hasta 3000 años y, hasta la fecha, el cristal de Bohemia es un sinónimo de calidad.

En República Checa también se ha conservado la impresión en tela con azul índigo, conocido como “modrotisk”, que consiste en sellar las áreas que no se desean pigmentar, previo al baño en la tinta azul, de tal modo que éstos quedarán totalmente blancos. Esta técnica conocida desde la antigua China llegó a Europa en siglo XVIII, y en algunos países de Europa central logró sobrevivir.

Otra tradición reconocida es el teatro con marionetas, fenómeno que inició con la llegada de los titiriteros nómadas del extranjero, convirtiéndose en un elemento muy relevante en el proceso de la construcción de la identificación nacional. Actualmente, es aún una forma de expresión muy presente en las escuelas, jardines infantiles y en el hogar. Por lo que la elaboración de muñecos ha pasado a ser tradición nacional, así que comprar una marioneta puede ser una muy buena opción como recuerdo.

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Reseña realizada por Elly Piotrowska

Edición de texto por Astrid Morales

Revisión de contenidos a cargo de Camila Caris